A las seis de la mañana la brisa vino a buscarme, me llevó silenciosa dondeaún duermen las estrellas, donde bajo las algas los camarones huyen al deslizarme hacia la hondura sorteando caparazones adheridos a la roca
en vano la pielherida presiente la calidez de un mar siempre remoto
Resguardo tras el peñascal, solo un murmullo en la costa. Cerrar los ojos y vagar por la roca cubierta de nomeolvides, cerrar los ojos y volver al que jamás habrá de retornar aescondites infantiles, cerrar los ojos y percibir sobre el fondo de las pupilas la danza de los años transcurridos, cerrar los ojos y el mar allí, como siemprenunca, igual y distinto, como uno mismo
CUENCAS DE ANGUSTIA
Manuscrito JCP
NADIE Una sombra bordea mis espaldas inoportuna, sucia, aprisionada por latas reciclables, encarnación de la miseria generada enla opulencia de quienes tienen todas las puertas abiertas y tierra firme bajo zapatillas teñidas con sangre despojada.
Manuscrito JCP
ENVEJECER Respirar solo la brisa de lo irremediablemente perdido, negarse a imaginar futuros, olvidar ser parte de todo cuanto nos rodea,recordar la estrella fugaz sin percibir las que nacen a nuestro paso, aceptar una rutina que impone un ritmo contrario al del universo, y perder como has escrito, Cernuda, la capacidad de enamorarse.
Manuscrito JCP
A UNA CORNEJA El graznido de una cornejalastimó la madrugada, la misma que vuela desde los abetos a la playa. A lo lejos amarillea el firmamento, tras un nubarrón se esconde un menguado astro, las aguas callan, ni una rama en movimiento, solo la inquietud del ave llamando a sus compañeras
y yo salgo a pedirle prestada su ronca voz sus negras alas.
1 ¿Cuándo se me habrá perdido la inocencia? ¿Habrá sido en las rodillas del Hermano Simón, aquel maestro que explicaba pacientemente los Misterios de la Santísima Trinidad mientras manoseaba la entrepierna de los alumnos sieteañeros? ¿O cuando una primita me dijo Tonto, no fue la cigüeña la que trajo a tu hermanita? Tal vez cuando al fin comprendí que mi hermano mayor no podía hablar ni caminar ni jugar conmigo ni con nadie, y que poco a poco moriría corroído por la impotencia y la tristeza. O a lo mejor la perdería en el violento destete de una madre harta de un gurisito insoportablemente dependiente.
2 No ha sido por todo eso que habré dejado de ser feliz ni menos aún indocumentado. No fue, seguro cuando leí a García Márquez ni aún antescuando Jean Valjean me llevó por las cloacas de la Ciudad Luz y sin querer tropecé con Camus y Sartre. Tampoco cuando recorrí adolescentes Caminos de utopía junto con Kropotkin y Landauer, ni siquiera cuando dejé la casa paterna y mis pasos anduvieron tímidamente auscultando las medianoches de Teluria las asambleas de Bellas Artes los espacios comunitarios.
3 Mucho antes habré perdido la inocencia, tal vez cuando asesinaron a Lumumba y tuve que preguntar quién era o después por las calles de Montevideo donderetumbaba el Yankees go home mientras caían bombas de napalm sobre escolares y campesinos en el sur asiático o todavía antes y casi sin darme cuenta, al leer un poema de Amorín o al sentir el clamor de la injusticia en las cuerdas de un mi abuelo punteando su guitarra.
4 No sé cuando habré perdido la inocencia, pudiera ser cuando aún niño escuché a León Fleischer contarle a mi padre el final atroz de su familia en la Alemania nazi o simplemente cuando en un glosario hallé palabras sin llegar del todo a comprenderlas, y seguí buscando y encontré sentidos que no estaban en ningún diccionario, no sé cuándo si en la calle, en la cama, en la vigilia o el sueño o si en una tarde luctuosa con los heraldos de Vallejo golpeando golpeando duramente sobre mi cuerpo.
5 Jamás podré saber cuándo la inocencia huyó de mis actos, tal vez al dejar de comprar felicidad, esa que ofrecen en los mercados y comencé a mirar la vida con la mirada del “gallego” menospreciado, de los judíos pobres amigos de mi padre, de los pieles rojas que junto con John Wayne maté con mi revólver de plástico, jamás podré saber cuándo la inocencia se volvió golpe de luz de viento de rabia, sombra inquieta que no deja de emboscarme.
SOLO CON SU NOMBRE
En un solitario altillo nacieron mis primeros poemas, locura amiga que hoy me acompaña
mas todo lo ignoraba su risa
sin timidez invadía mis territorios, constante, tenaz como el sol de aquel verano
y hubo peleas, hubo lucha en mis silencios y en una tregua, sin ella saberlo, pactó mi soledad con su presencia.
Primero fue alegría arrebatando tierras a mi tristeza, poblándola de ritmos primero fue canción que humedeció la raíz de mis poemas sombríos y en las calles busqué sediento la geografía total de su sonrisa
fue mar, espuma, luz, aquel diciembre.
Esta mesada donde no caben dos platos dos tenedores dos cucharas, esta mesada en las mañanas se ensancha, contiene su risa o sus palabras, pierde la condición de piedra cuando le abarca y quedo entonces, amigo reconciliado con el gris y la esperanza.
He visto una estrella caer muriéndosele iban miradas y yo sin saber dónde mis pies y yo sin nada abismo en los ojos sonrisa amurallada disuelta la palabra huía la canción sin apenas poder cantarla
una estrella que cae y yo sin nada nada en los ojos, nada ni la sonrisa ni la canción ni la tonada
solo con su nombre en mi piel como una estrella apagada.