
BALTLÁNTICOS
AUNQUE ME QUEDE ME VOY
Lejano el horizonte
y el vuelo
de una gaviota
dibujándose
en el barranco.
El mar sujeto
entre islotes
ansía un azul
libre de escollos
y arrecifes.
Y yo que nunca
fui marinero
hacia Al-Hol
hacia Gaza
hacia Ucrania
aunque en la resaca
me quede,
a toda vela
me voy
HACIA LA HONDURA
A las seis de la mañana
la brisa vino a buscarme,
me llevó silenciosa
donde aún duermen
las estrellas, donde
bajo las algas
los camarones huyen
al deslizarme
hacia la hondura
sorteando caparazones
adheridos a la roca
en vano la piel herida
presiente
la calidez de un mar
siempre remoto
REFUGIO Y FUGA
Resguardo
tras el peñascal, solo
un murmullo en la costa.
Cerrar los ojos y vagar
por la roca cubierta
de nomeolvides, cerrar
los ojos y volver
al que jamás habrá
de retornar a escondites
infantiles, cerrar los ojos
y percibir sobre el fondo
de las pupilas la danza
de los años transcurridos,
cerrar los ojos y el mar allí,
como siemprenunca,
igual y distinto,
como uno mismo
CUENCAS DE ANGUSTIA

NADIE
Una sombra
bordea mis espaldas
inoportuna, sucia, aprisionada
por latas reciclables,
encarnación de la miseria
generada en la opulencia
de quienes tienen todas
las puertas abiertas
y tierra firme
bajo zapatillas teñidas
con sangre despojada.

ENVEJECER
Respirar solo la brisa
de lo irremediablemente
perdido, negarse
a imaginar futuros, olvidar
ser parte de todo
cuanto nos rodea, recordar
la estrella fugaz
sin percibir las que nacen
a nuestro paso, aceptar
una rutina que impone
un ritmo contrario
al del universo, y perder
como has escrito, Cernuda,
la capacidad de enamorarse.

A UNA CORNEJA
El graznido de una corneja lastimó
la madrugada, la misma que vuela
desde los abetos a la playa. A lo lejos
amarillea el firmamento, tras
un nubarrón se esconde
un menguado astro,
las aguas callan, ni una rama
en movimiento, solo
la inquietud del ave
llamando a sus compañeras
y yo salgo a pedirle
prestada su ronca voz
sus negras alas.
INTIMIDADES
INTIMIDADES DE UNA PERDIDA INOCENCIA
a FWB
1
¿Cuándo se me habrá perdido la inocencia?
¿Habrá sido en las rodillas del Hermano Simón,
aquel maestro que explicaba pacientemente
los Misterios de la Santísima Trinidad
mientras manoseaba la entrepierna
de los alumnos sieteañeros? ¿O cuando
una primita me dijo Tonto, no fue la cigüeña
la que trajo a tu hermanita? Tal vez cuando
al fin comprendí que mi hermano mayor
no podía hablar ni caminar ni jugar conmigo
ni con nadie, y que poco a poco moriría corroído
por la impotencia y la tristeza. O a lo mejor
la perdería en el violento destete de una madre harta
de un gurisito insoportablemente dependiente.
2
No ha sido por todo eso que habré dejado
de ser feliz ni menos aún
indocumentado. No fue, seguro
cuando leí a García Márquez
ni aún antes cuando Jean Valjean me llevó
por las cloacas de la Ciudad Luz
y sin querer tropecé con Camus y Sartre.
Tampoco cuando recorrí adolescentes
Caminos de utopía junto con Kropotkin
y Landauer, ni siquiera cuando dejé
la casa paterna y mis pasos anduvieron
tímidamente auscultando
las medianoches de Teluria
las asambleas de Bellas Artes
los espacios comunitarios.
3
Mucho antes habré perdido la inocencia,
tal vez cuando asesinaron a Lumumba
y tuve que preguntar quién era
o después por las calles de Montevideo
donde retumbaba el Yankees go home
mientras caían bombas de napalm
sobre escolares y campesinos
en el sur asiático o todavía antes
y casi sin darme cuenta,
al leer un poema de Amorín
o al sentir el clamor de la injusticia
en las cuerdas de un mi abuelo
punteando su guitarra.
4
No sé cuando habré perdido la inocencia,
pudiera ser cuando aún niño escuché
a León Fleischer contarle a mi padre
el final atroz de su familia en la Alemania nazi
o simplemente cuando en un glosario hallé
palabras sin llegar del todo a comprenderlas,
y seguí buscando y encontré sentidos que no estaban
en ningún diccionario, no sé cuándo
si en la calle, en la cama, en la vigilia o el sueño
o si en una tarde luctuosa con los heraldos de Vallejo
golpeando
golpeando
duramente sobre mi cuerpo.
5
Jamás podré saber cuándo la inocencia
huyó de mis actos, tal vez
al dejar de comprar felicidad, esa
que ofrecen en los mercados
y comencé a mirar la vida
con la mirada del “gallego” menospreciado,
de los judíos pobres amigos de mi padre,
de los pieles rojas que junto con John Wayne
maté
con mi revólver de plástico, jamás
podré saber cuándo la inocencia
se volvió golpe de luz de viento de rabia,
sombra inquieta que no deja
de emboscarme.
SOLO CON SU NOMBRE
En un solitario altillo nacieron
mis primeros poemas, locura
amiga que hoy me acompaña
mas todo lo ignoraba su risa
sin timidez invadía mis territorios,
constante, tenaz
como el sol de aquel verano
y hubo peleas, hubo lucha en mis silencios
y en una tregua, sin ella saberlo, pactó
mi soledad con su presencia.
Primero fue alegría
arrebatando tierras
a mi tristeza,
poblándola de ritmos
primero fue canción
que humedeció la raíz
de mis poemas sombríos
y en las calles busqué sediento
la geografía total de su sonrisa
fue mar, espuma, luz, aquel diciembre.
Esta mesada donde no caben
dos platos
dos tenedores
dos cucharas,
esta mesada en las mañanas
se ensancha, contiene
su risa o sus palabras, pierde
la condición de piedra
cuando le abarca
y quedo entonces, amigo
reconciliado
con el gris y la esperanza.